Los guayaneses franceses dicen que necesitan urgentemente nuevas carreteras después de que la pérdida de la única aerolínea del territorio sudamericano dejó a una décima parte de la población aislada de las áreas urbanas.

Air Guyane fue liquidada a principios de octubre, dejando a unas 35.000 personas del interior boscoso sin fácil acceso a las ciudades de la costa.

El gobierno se vio obligado a establecer un puente aéreo que transportaba alimentos y medicinas, mientras que una vez por semana, un avión de 19 asientos ofrece viajes a quienes los necesitan con urgencia.

La crisis ha puesto de relieve la falta de carreteras en la Guayana Francesa, el único territorio continental de América del Norte o del Sur que todavía está bajo control europeo.

El territorio del tamaño de Portugal está atravesado por ríos y tiene un 96 por ciento de cobertura de selva tropical, pero sólo 400 kilómetros (250 millas) de carreteras, todas ellas a lo largo de su franja costera.

Las comunidades del interior han dependido durante mucho tiempo de aviones pequeños para mantenerse conectadas con la capital, Cayena, donde vive la mitad de una población de 300.000 habitantes.

Siete de los 22 municipios del territorio no tienen carreteras.

“El hecho de no tener salida al mar mata la economía, la vida social y las perspectivas de futuro. Este mal está devorando nuestro país”, afirmó Philippe Dekon, que encabeza un grupo llamado Colectivo de Ciudadanos Apachi que pide un mejor acceso por carretera.

Muchos están volviendo a realizar entregas lentas en piraguas, las estrechas canoas que tradicionalmente surcan la vasta red del río Amazonas en el territorio fronterizo con Brasil.

Activistas y líderes locales acordaron crear una comisión para llevar a cabo los estudios necesarios y crear un fondo de inversión para nuevas carreteras antes de finales de 2024, buscando dinero privado si París no aporta.

Aunque el territorio votó a favor de seguir siendo plenamente parte de Francia en un referéndum de 2010, una larga historia de colonialismo ha dejado a los lugareños ambivalentes sobre el distante centro.

“Si el Estado no quiere ayudarnos, seguiremos adelante de todos modos. Depende de nosotros organizarnos sin él”, afirmó Michel-Ange Jeremie, presidente de la asociación de alcaldes locales.

Pero el jefe del ayuntamiento, Gabriel Serville, no se muestra optimista.

“Es imposible, dadas las dificultades de nuestras finanzas”, afirmó.

Se nos pide que hagamos lo que el Estado francés no ha logrado hacer en 400 años. Debemos ir al gobierno y a Europa para decir que Guayana no puede seguir sufriendo en esta situación.